jueves, 17 de abril de 2008

Ajenos



Esta sección compartirá poemas, cuentos, canciones, citas, dibujos, y cualquier otro texto creado por alguien diferente a quien suscribe este blog. Algunos me han acompañado desde hace mucho tiempo y han sido fuente de inspiración. Otros han llegado a mí recientemente y me han sido dados para aprender, para remover mis estructuras. espero las disfruten. No espero que les gusten todas, pero sí que los toquen y que cumplan su cometido.



Iniciaré esta sección con un bello poema del escritor colombiano Juan Gustavo Cobo Borda, extraído de su antología El animal que habita en cada uno



Seré fiel

No a lo que a veces siento
y quizá me engañe
no a lo que a veces sientes
y quizá sea cierto

seré fiel

no a tus dudas
sinceras como el asco
no a esta derrota
que es de ambos

seré fiel

no a lo que digo
o tacho
sólo seré fiel
monte de mirra/collado de incienso

a tu cuerpo
en mi cuerpo


Juan Gustavo Cobo Borda






Fidelidad

Virtud por demás escurridiza.

Se evapora en el calor de un cuerpo sinuoso.

Se confunde con la visión de la piel semiescondida.

Se postra ante un aroma submarino.
Pecado intuido, por pensamiento, por palabra y hasta por omisión.


Se es infiel de las maneras más disímiles.

Aún evitándolo.



Cómo serle fiel a algo más que a los propios instintos.



Alicia

viernes, 11 de abril de 2008

Cuaderno personal

Las relaciones de pareja pueden ser comparadas con muchos fenómenos naturales, con el mar, con una tormenta, con una selva frondosa y misteriosa, o pueden ser representadas por diversas metáforas o símbolos.

Revisando algunos de mis poemas me he dado cuenta de que hay un leit motiv ( ¿se acuerdan de cuarto año de bachillerato con ese término?) o un motivo que se repite en varios de ellos. La idea de una lucha, una batalla que se resuelve, -afortunadamente- entre dos contendores que se aman, que se desean, o por lo menos se atraen lo suficiente para enfilar sus armas, secretas o no, hacia un objetivo que quieren conquistar.

Después de una batalla particularmente satisfactoria, por la estrategia desplegada y no sólo por los botines y tesoros que nos quedaron a ambos, este texto se independizó de mí para regalarlo a quienes, como tú y como yo, disfrutamos de esa batalla deliciosa llamada amor.



Tregua

Adelanto mi labio inferior
rindo mis armas
ante tu negativa rotunda
de darme una esperanza
de concederme una tregua
de verte a solas
de nuevo

Indecisa
mido la intensidad de la quemadura
en el dorso de mi mano derecha
en tu mirada sobre mi vientre
en tus dedos en mi nuca

Prometí, pataleé
quise mantener
esta aguerrida soledad

Vencida (o vencedora)
enarbolé la bandera inmaculada
de mis piernas
en tu espalda

Firmamos un armisticio
frágil
casi evanescente

El tiempo se corta en rebanadas
muy delgadas
dolorosas
hasta la próxima
batalla horizontal

A mi padre

Hoy es un día muy particular. Todos los días lo son, pero hoy le he dedicado más tiempo a pensar en mi padre, Luis Alberto y a rendirle homenaje con palabras.

Mi papá está presente en mi vida cotidiana de múltiples maneras. Quienes conocen mi núcleo familiar, saben que admiro y amo profundamente a mi madre: mujer luchadora, vivaz, divertida, enérgica, bella. Saben también que desde que mi papá murió ella y yo somos inseparables y he descubierto cuánto nos parecemos, en lo bueno y en lo no tan bueno.

Siempre he pensado que mi papá ha sido la influencia más importante en la configuración de mi personalidad, mis intereses, mi actitud ante la vida y muchas otras cosas. Sólo ahora que no está presente físicamente he calibrado su inmenso poder sobre mí, todavía hoy. Me hace mucha falta, sobre todo para compartir los buenos momentos, los triunfos y para consultarle las más importantes decisiones que se me han presentado.

Mi papá era muy conversador, un lector consumado y un amigo leal, un padre amoroso y un esposo solidario y enamorado.
Le gustaba mucho la música y era un entusiasta de los museos y de las manifestaciones vivas del arte y, a Dios gracias, supo contagiarme.

Fue en muchos casos inspiración y consejo oportuno no sólo para mí sino para varios de mis mejores amigos, quienes lo contaron entre los suyos, a pesar de la diferencia de edades, en la mayoría de los casos.
Además fue mi mejor compinche. Sólo desde hace once años su lugar fue ocupado por un mejor amigo, quien como él me escucha, acepta y me hace espejo para que me vea tal como soy, con la menor cantidad de máscaras posibles.


No sin enfrentamientos, pero siempre con infinito amor y respeto, mi papá y yo terminábamos las peleas más encarnizadas con una conversación enriquecedora y pacífica que borraba las diferencias ( al menos hasta la siguiente pelea).

Como hija única aprendí a lidiar con el monstruo verde de los celos, no con otros hermanos, sino con las muchas amigas que lo amaban y que lo siguen extrañando como el primer día. Esa experiencia de hija me sirvió en mis relaciones de pareja, espero no haber hecho sufrir tanto a mi pareja de entonces con mis punzaditas ocasionales de monopolio emocional

Me sentí libre de ser quien fui delante de él y le pido a Dios en mis momentos de tribulación y duda que me permita ser la hija que él disfrutaría tener y de quien él siempre se sienta orgulloso, dondequiera que esté, pero especialmente aquí, muy adentro, en mi corazón.

Este corazón que no puede evitar encogerse un poquito en un día como hoy, cuando recuerdo que se ha ido; el mismo que se ensancha feliz al ver su obra trascendente en quienes influyó de alguna manera.


Te amo, papá.