viernes, 11 de abril de 2008

Cuaderno personal

Las relaciones de pareja pueden ser comparadas con muchos fenómenos naturales, con el mar, con una tormenta, con una selva frondosa y misteriosa, o pueden ser representadas por diversas metáforas o símbolos.

Revisando algunos de mis poemas me he dado cuenta de que hay un leit motiv ( ¿se acuerdan de cuarto año de bachillerato con ese término?) o un motivo que se repite en varios de ellos. La idea de una lucha, una batalla que se resuelve, -afortunadamente- entre dos contendores que se aman, que se desean, o por lo menos se atraen lo suficiente para enfilar sus armas, secretas o no, hacia un objetivo que quieren conquistar.

Después de una batalla particularmente satisfactoria, por la estrategia desplegada y no sólo por los botines y tesoros que nos quedaron a ambos, este texto se independizó de mí para regalarlo a quienes, como tú y como yo, disfrutamos de esa batalla deliciosa llamada amor.



Tregua

Adelanto mi labio inferior
rindo mis armas
ante tu negativa rotunda
de darme una esperanza
de concederme una tregua
de verte a solas
de nuevo

Indecisa
mido la intensidad de la quemadura
en el dorso de mi mano derecha
en tu mirada sobre mi vientre
en tus dedos en mi nuca

Prometí, pataleé
quise mantener
esta aguerrida soledad

Vencida (o vencedora)
enarbolé la bandera inmaculada
de mis piernas
en tu espalda

Firmamos un armisticio
frágil
casi evanescente

El tiempo se corta en rebanadas
muy delgadas
dolorosas
hasta la próxima
batalla horizontal

2 comentarios:

Duvraska Mendoza dijo...

Sutiles palabras que imaginan, que sienten. Muy lindo, gracias por compartirlo.

Verónica dijo...

A mí, que en este instante me debato entre contraatacar o rendirme; a mí que estoy en pleno pataleo, a mi me ha refrescado tu palabra.

Una sensación de no estar sola en la pelea.

Gracias.